
Posa sobre mí tu cobertor sombrío. Hazme noche de tu luna. No sabes cuánta sed de ti he derramado a lo largo de mis insomnios. Te tengo la ensoñación entreabierta, el torso tensado, el pecho dispuesto, la yugular henchida de sangre candente y los labios resecos apeteciendo tu beso somnífero. Soy estuario predestinado para el letargo de tu causal saciado.
Por eso y más, te espero.