
A la orilla
de un gemido
intempestivo
desnudo
tu desazón
y fastidio.
En la cuenca
de un abrazo
enraizado
desembocan
ríos perdidos
y peces
imaginarios.
Colma en mí
tu sed de alivio
y empápame
en tu relente,
clavel hirsuto
e indulgente.
A la orilla
de un gemido
intempestivo
desnudo
tu desazón
y fastidio.
En la cuenca
de un abrazo
enraizado
desembocan
ríos perdidos
y peces
imaginarios.
Colma en mí
tu sed de alivio
y empápame
en tu relente,
clavel hirsuto
e indulgente.