Te ofrezco el manojo iridiscente
de mi sueño más recóndito,
el que he gestado y se ha hecho etéreo
para lograr posarse en ti.
Llévate también mi ramillete ecléctico
de dudas esféricas y pardas
y aquel suspiro incauto que las evoca
y muere sin jamás nombrarlas.
Te doy mi sueño. Te ofrendo dudas.
Nada más tengo pues soy de barro
y soy de espuma.
No te alejes tanto. Ya no huyas
que sin mi sueño y sin mis dudas
soy sólo cieno y soy burbujas.